Rodrigo Gómez Rovira: «Es un festival que se sitúa en ese espacio de la creación»

Desde ya hace 8 años se realiza el Festival Internacional de Fotografía de Valparaíso (FIFV), instancia en donde se reúnen fotógrafas y fotógrafos de todo el mundo, en el que confluyen la exposición y creación en la misma instancia.

Así fue como, de manera natural, nació lo que es el FIFV. Y que por estas mismas características – la de crear proyectos fotográficos de manera más espontánea y con menos margen de error entre el inicio, y el ver el producto final – es que ha llamado la atención de manera internacional.

“Nosotros – en forma orgánica – somos un festival netamente de creación fotográfica. Todo lo que mostramos es producto de un proceso que se le propone a los artistas que se invitan. Finalmente, cuando uno decide exponer lo que uno produce, se está poniendo un poco en riesgo. Está poniéndose en tensión porque no se sabe qué va a resultar de lo que se está proponiendo”, es la descripción en palabras de su Director, Rodrigo Gómez Rovira

Desde esta perspectiva, al generar la pregunta ‘¿de qué se trata el FIFV?’ De manera concreta: “Es un festival que se sitúa en ese espacio de la creación, en ese proceso de la creación. Obviamente que le importa mucho los resultados, a lo que se llega, pero teniendo conciencia de que esos resultados tienen limitantes, o sea cuando tú haces un libro en una semana, o en tres meses, no es el mismo libro cuando lo haces en cinco años”, asegura el organizador.

Este punto diferencial, a su juicio y observación, propone una nueva estructura en lo que a festivales o instancias de convergencia fotográfica se refiere. Y es justamente eso lo que hace que autores del país, de Latinoamérica, Europa y de todo el mundo, posen su mirada en el FIFV y apuesten por participar sin pensarlo dos veces. Fotógrafos y fotógrafas que han sido galardonados, o con exposiciones e invitaciones de alto renombre.

El ubicarse en Valparaíso es otro de los factores clave. La ciudad, que ha sido multicultural desde sus inicios como puerto principal en América, se ha distinguido a nivel mundial y por eso atrae constantemente.

En este sentido, Gómez Rovira expone su visión, sentenciando que él ya está “Convencido que no es una ciudad chilena, es una ciudad del mundo”. Así, la invitación a participar en el Festival se iguala a una experiencia a la de asistir y conocer una ciudad llamativa y que causa curiosidad entre todos los rincones del mundo: los invitados no lo piensan dos veces.

Por eso, no existe la intención de cambiar el lugar que además lleva por nombre el evento, “Hemos decidido volver a él indefinidamente”, agrega el Director.

“(Valparaíso) tiene otra condición que es muy atractiva para la cultura en general, que es particular para la fotografía, es que es como un laboratorio. Y, ¿cómo es que se explica eso? Desde la perspectiva de Gómez Rovira esto se debe también a la experimentación que las condiciones de la ciudad puerto da: “Está en permanente movimiento, no está fija, está a punto de caerse. Se desarticula aquí, pero vuelve a levantarse, y aparece otra cosa allá…”. Y esto lo podemos observar en elementos que van desde su arquitectura, identidad humana, historia, funcionamiento y configuración. Nunca se deja de conocerla.

Así se reúnen en esta instancia, que se ha generado año a año durante los últimos meses y en su octava versión vuelve a redundar, y al mismo tiempo innovar, en las condiciones para ser un espacio de creación, aprendizaje y diálogo en torno a la fotografía y lo que de ella desprende. Buscando entre sus habitantes, sus cerros, sus murales, las estrellas, calles y el horizonte la inspiración como motor.

“Lo que nosotros queremos plantear es el poner las condiciones necesarias para que ese tiempo de creación, que es un tiempo de dudas, un tiempo de error, un tiempo de tomas de decisiones, es un tiempo de aciertos… que eso se instale. Y a eso invitamos a los autores, a que vengan a vivir esa experiencia”.

De alguna manera, todo esto se convierte en una gran metáfora de la vida  por sus características. Gómez Rovira, asegura que en estos 8 años, FIFV logra “Una cosa un poco vertiginosa”. ¿La razón? “Porque uno va corriendo un poco a ciegas, (pero también) se genera una dinámica que nos gusta mucho, porque al mismo tiempo es una metáfora de la vida, ¿no es cierto? Uno va, vive la vida, va avanzando, y la vida en relación a la existencia universal es una estupidez. Entonces, en el fondo, un poco eso es lo que queremos decir: tenemos esto, tenemos esta vida, tratemos de hacer algo inteligente, entretenido, teniendo conciencia de lo que está pasando, que no es más que esto”.

Esta no es la única faceta o cualidad por la que la instancia – que anualmente ha logrado reunir a más de 30 fotógrafos de todo el mundo por versión -, sino que también tiene otro lado que llama a explorar.

“A la vez, se trata de utilizar la imagen y la fotografía como una herramienta para entender lo que está pasando”. No sólo la fotografía y el lente como instrumentos para el arte contemplativo, sino narrativo, informativo, interpelador ante el otro y a sí mismo. Finalmente, el arte y la cultura, asegura, son parte de una acción política y un manifiesto. Y los fotógrafas y fotógrafos tienen un rol que jugar. No son indiferentes a este rol.

“Entender nuestra época, entender al otro, entenderse a sí mismo, para crear una exigencia de mirar, de escuchar, de poder decir algo no sólo… ver el mundo desde una belleza, sino que también mojarse, arriesgarse, y decir algo a propósito de lo que uno está viviendo y de lo que uno está viendo”, esa es la invitación que se está realizando desde este 27 de octubre al 4 de noviembre en toda la ciudad puerto.

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