Alberto García-Alix en tránsito por Valparaíso

Por Amelia Carvallo

Como parte de las actividades del FIFV 2015, el destacado fotógrafo español Alberto García-Alix, Premio Nacional de Fotografía en su país en 1999 y Premio PhotoEspaña en 2012, culmina en el Parque Cultural de Valparaíso la hoja de ruta de su primera estadía en Chile.

RECORRIDO

García-Alix llegó a Valparaíso a mediados de julio para conducir un workshop de cuatro días que según confiesa fue intensísimo, cerca de diez horas diarias, pero también muy ameno por el encuentro que supuso. “Cuando miramos por cámara componemos y es todo un mundo el que se abre. Ahí empieza el juego”, explica el fotógrafo leonés que caminó a su antojo por la ciudad puerto: fue un par de veces al Complejo Penitenciario Valparaíso donde compartió con un grupo mixto de reclusos que asiste a un taller de fotografía. Ahí les mostró su Hasselblad y hablaron del paso del tiempo tras rejas, de pixeles versus grano y de las nostalgias del afuera.

Curiosos, y por primera vez muchos de ellos, miraron por el lente de la reliquia analógica que García-Alix carga siempre junto a un trípode de aquellos tiempos. “La captura”, dijo uno de ellos sonriendo al momento que obturó la cámara. Una mujer del taller notó lo ronco que es Alberto y que su acento es parecido al de un actor de una teleserie que sigue. Otra mujer escogió su foto favorita del libro de Alberto “Autorretratos”: fue la toma de un brazo recibiendo una inyección de heroína. Alberto contó que tuvo suerte en encontrar la fotografía, que fue una especie de tabla de salvación que le dio autoestima y pasión por hacer algo.

Otro de los lugares por los que deambuló fue el Cementerio de Playa Ancha donde tiró tres carretes y también en el plan de la ciudad donde quedó feliz con una toalla de Elvis que compró y ha puesto sobre la cama en la que duerme, fotografiando también esa intimidad que es su Valparaíso más a la mano. Cuenta además que alucinó con el laboratorio de Cámara Lúcida, lugar donde pudo revelar algunos negativos ya que no piensa volver a viajar con rollos sin revelar luego que perdiera 90 carretes tomados en México porque los detectores de metales los velaron. Sin embargo, y casi creyendo en milagros, cuenta que de los 90 rollos hay cuatro fotos que con las veladuras que recibieron quedaron “de puta madre”.

METAFISICA DE LA MIRADA

Alberto nació en 1956, por tanto tenía 19 años cuando el general Francisco Franco murió y España comenzó a vivir sin dictadura. Recuerda que la noche que murió Franco salió por la televisión el vicepresidente Arias Navarro anunciándolo y que aunque “esa noche se agotó el champán”, también había miedo por no saber cómo iban a tomarlo los militares. Recuerda que en esos días la mayoría de la gente joven militaba pero él no, “yo era un hedonista” confiesa. Admite que en esos vertiginosos días su vida “era un desastre” puesto que se su padre médico daba por hecho que su hijo debía tomar similar rumbo pero pronto se dio cuenta que exigía vocación, algo de lo que él carecía. Pasó luego por Derecho, no sabe muy bien porqué, pero desertó al año sin presentarse a exámenes. También rondó por la carrera de Ciencias de la Información donde en la rama de Imagen accedió a la fotografía. “En esa época lo único que tenía era una cámara fotográfica y un culo inquieto. Fotografiaba mi entorno y mi única ambición era tener una moto y viajar en ella”, precisa.

¿Cuánto queda de la mirada de ese veinteañero?

Siempre queda algo de la mirada de ese joven, es lo que me salva. Es lo que yo llamo mi mirada de niño, aún puedo sentir a través de los ojos el deslumbramiento de lo que veo, salir por la mañana con la cámara es un juego, una especie de safari. En el taller podemos hablar de técnica y es sólo eso; lo importante es la metafísica de la mirada. Todo el mundo tiene una mirada propia. La fotografía de autor, tal como la entiendo, se basa en una simple premisa: una forma de ser es una forma de ver y viceversa. Y aunque reconoce que hace “muchas porquerías”, se exige siempre ir más allá de una imagen correcta y bonita. “Yo trabajo bajo la espada del azar, intento poner mi cabeza en un plano que mire”.

Cuando vuelva a España tiene una exposición en el Museo de León en dos salas grandes donde re visitará una serie de retratos que hizo bajo el nombre de “Los malheridos, los bien amados, los traidores” y otra llamada “Bikers” que es sobre motoristas. T

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